Dana se despertó de repente envuelta en sudor con el nombre de David quebrándole el tórax y la garganta mientras giraba la cabeza convulsa de un lado a otro. Con una fuerza desproporcional a su tamaño y peso empezó a mover la cama a la que se encontraba maniatada.
En ese momento notó un pinchazo en el brazo y fue notando a través de sus venas una relajación inmediata que le recorrió el cuerpo entero hasta las sienes en forma de caricia. Volvió a repetir el nombre de David, esta vez en un tono más débil y dulce que se difuminó hasta casi desaparecer.
-David quiero que me traigan a Da…
- No se preocupe, David está al lado suya.- Respondió una voz de mujer.
Aquellas palabras agrandaron su sonrisa y se sumió en un plácido sueño.
Cuando volvió a despertar estaba relajada y ya no estaba atada. Se incorporó lentamente mientras bostezaba y terminaba de abrir los ojos enfocando la sala.
Al observarse rodeada de cuerpos dormidos, dio un salto hacia atrás en la cama y se golpeó la cabeza contra la pared.
Una mujer vestida de blanco desde el otro extremo de la sala la observó sonriente y le hizo señales para que guardara silencio. Entonces imaginó que debía encontrarse en un hospital.
- ¿Pero qué diablos…?. No terminó la frase, cuando presa de un ataque de pánico empezó a gritar perdiendo el control al ver que no recordaba absolutamente nada.
-Tranquila, está en la sala de los “dormidos” pero en breve le daremos el alta.
- ¿Dormidos?- Preguntó ella achinando los ojos estupefacta.
- Si, todos pasamos por aquí. Algunos se quedan para siempre. Otros despiertan. Considérese afortunada. -sonrió la mujer bajo su gorro de papel verde ajustado a la frente y mostrando sus dos ramilletes de arrugas en torno a los ojos.
- Pero, no entiendo nada. ¿Dónde está David?
- Gire la cabeza, él sigue ahí.
Miró la cama de al lado y vió a David con los ojos cerrados. Observó rápidamente su pecho para comprobar que respiraba.
Dio un respingo y bajó de la cama, lo agarró de la bata blanca y comenzó a agitarlo mientras le gritaba que se despertara.
La enfermera la intentó sujetar, pero al ver que era imposible contenerla volvió a sacar una jeringuilla del bolsillo de la bata. Justo cuando estaba a punto de ponerle la inyección Dana se giró, la tiro al suelo e hizo saltar por los aires la jeringa.
Antes de desmayarse por el golpe, la enfermera alcanzó a pronunciar:
- No lo haga... si lo intenta despertar a destiempo será peor.
Volvió a dirigirse hacia él y entre gritos, sacudidas, lágrimas y besos logró despertarle.
El abrió los ojos de sopetón. Su mirada estaba fría y se perdía en el vacío como si estuviera muerto.
- ¡Amor mío salgamos de aquí cuanto antes!.
Como él no tenía apenas fuerzas, empezó a tirar de él. Los labios de David se iban amoratando por segundos, el sudor se tornaba helado, el corazón estallaba en palpitaciones disparadas. Finalmente los ojos se le quedaron en blanco y su gran peso cayó en bloque al suelo.
En ese momento la enfermera volvía a recobrar el conocimiento y tanteó buscando la jeringuilla.
Ella dejó el cuerpo de él en el suelo, agarró la jeringa, y de un salto colocó la aguja punteando el cuello flácido de la mujer justo en la arteria aorta.
- Usted me va a decir ahora mismo lo que está pasando aquí o tendrá un bonito piercing en su cuello de gallina desplumada.
La enfermera inmutable y serena le contestó:
- Ya se lo he dicho. Las personas, todas, pasamos por esta fase. Forma parte de nuestro aprendizaje vital. Muchas no despiertan, otras se marchan y comienzan una nueva etapa de despertar.
- Muy bien, lo que usted diga. Pero ese hombre es mi compañero, y no me iré de aquí sin él.
- Ya ha visto lo que ha pasado cuando ha intentado despertarle antes de tiempo ¿no?. Ande, ayúdeme a subirle de nuevo a la cama.
- ¿Antes de tiempo?. ¡¿Pero cuando se supone que se va a despertar?!.- preguntó Dana desesperada mientras volvían a acomodar el peso muerto de David sobre el colchón.
- Parece que de oídos no anda usted muy bien o es tan testaruda que sigue a la suya. No existe un tiempo determinado. Cada persona es un mundo.
- Pero, ¿usted me está diciendo que me vaya y le dejé aquí?
- No, yo no lo estoy diciendo nada de eso. Eso es algo que usted hará por su propia voluntad. Los “despiertos” no conviven con los “dormidos”.
- Ya, pero yo amo a ese hombre.
-Eso no es amor, ambos se conocieron dormidos y los "dormidos" no aman. Pueden querer, más o menos, mejor o peor, pero amar no. No tienen la capacidad de amar porque aún no han despertado y viven en la realidad ficticia del autoengaño. Se hacen y hacen daño cuando quieren, casi siempre sin querer. Y amar no es dañar. Además, suponiendo que estuviera muy cerca de amarle, si es así, déjele entonces que siga durmiendo y que despierte cuando tenga que despertar.
- ¡Pero se quedará aquí dormido solo! ¿¡y si le pasa algo?!.
-No, solo no, no ve usted lo bien acompañado que está.
Dana observó la hilera de camas interminables y le resultó aterrador dejarle en aquella especie de incubadora humana.
- No tema por su soledad. Los "dormidos" se relacionan entre ellos y no lo pasan tan mal. De hecho usted tenía una “relación” con él.
- ¿Quiere decir que mientras duerme se liará con otras?
- Una vez más usted pone en mi boca palabras que yo no he pronunciado. He dicho que se relacionará con otras personas, con todo lo que eso conlleva, evidentemente. Tiene que vivir.
- ¡Será cerdo!. ¿Pero y yo?
- Usted también tendrá que relacionarse con los que están "despiertos".
- ¿Pero entonces él se olvidará de mi?
- Él puede olvidarse de usted tanto como usted puede olvidarse de él. Eso es una ecuación que surge de la combinación entre el sentimiento que hayan forjado en su etapa de “dormidos” y la probabilidad de una nueva coincidencia en un estadio evolutivo compatible. El olvido o el amor podrán darse o no en función de esta ecuación.
- Mire usted, yo soy de letras, y las matemáticas me quedaban todos los veranos, así que no me interesa nada de esta mierda ¿sabe?. ¡Usted me está diciendo que me marche y deje al amor de mi vida durmiendo! ¡Eso sí que tiene lógica matemática! ¡Uy, cuánta!.
¡Pues bien!, que sepa que no me iré de aquí sin él, que haré huelga de hambre, y me haré la “dormida” eternamente si es preciso, pero no me moveré de esta sala de momias sin que él venga conmigo.
- Mire, esto ya empieza a agotarme. Voy a serle muy sincera, usted es un FDP
- ¿Qué yo soy un qué?. ¡Mire deje de insultarme que yo no la he insultado a usted y no es por falta de ganas!. ¿Me está llamando PDF?, no sé lo que insinúa llamándome documento portátil la verdad, ¡pero suena fatal!.
-FDP: FALLO DE DESPERTAR PRECOZ. Por su insensatez, impertinencia y arrogancia advierto que no debe estar ni tan si quiera en las últimas fases del sueño de un “dormido”, no sé qué hace despierta la verdad.
-Es usted muy amable, gracias. El aprecio y la apreciación son mutuos.
-Le hablo en serio, los FDP suceden cuando ocurren experiencias demasiado traumáticas durante el sueño. Son precisamente esas experiencias las que pueden dejarnos dormidos para siempre o despertarnos súbitamente.
-¿O sea que estoy aquí por ser una traumatizada de la vida, y no recuerdo ni tan si quiera por qué?
-Irá recordando poco a poco, no se preocupe. Recordar lo que no está curado es algo muy doloroso, por eso los "dormidos" prefieren olvidar o autoengañarse. Pero los "despiertos" se van enfrentando poco a poco a sus recuerdos para ir evolucionando en su nueva etapa, no pueden seguir mintiéndose a sí mismos. Al principio, no poder seguir con una venda en los ojos suele "molestar" bastante, luego la cosa es más llevadera.
- ¿Pero con quién me he dado esa hostia que me ha dejado "lista de papeles"? ¿Ha sido con David?
- Puede ser, puede ser también con algún familiar, o ambas cosas. Los traumas tienen efecto acumulativo hasta que un día impactan y aparecen las consecuencias. Pero no se apure, no hay mal que por bien no venga. En su caso, estos traumas le han servido para despertar de golpe, y por ello antes de tiempo.
- Si ya, pero ahora no soy ni un “despierto” de los que molan, ni tan si quiera un “dormido” en sus mejores fases. Ni un Walking Dead, ni una super heroína, ni tan si quiera una mujer. Me siento como esos Blandi Blub verdes pegajosos con los que jugábamos de pequeños, pero no cuando estaba guay brillante y viscoso, sino cuando se quedaban ya resecos y reducidos a lo que podría ser un moco gigante sin más.
- Bueno, intente no ser tan dura consigo misma. Digamos que mientras se “reajusta”, estará un tiempo sintiéndose en tierra de nadie. De ahí que sea un “pelín” insoportable y yo esté haciendo un grandioso esfuerzo por empatizar con usted.
- Pero todo esto es un sin sentido. ¡Yo ahora no sé qué hacer con mi vida!.
-Tiene que seguir caminando. Quédese con ese sueño que compartió con él y siga construyendo en la realidad. ¿Quién sabe si cuando él despierte volverán a coincidir?. Y para su tranquilidad le diré que si eso ocurre y se reencuentran, esta vez ambos despiertos, nada será como antes.
- ¿Por qué?
- Porque será mejor. Habrán evolucionado. Pero mientras, viva, intenta mezclarse con otros “despiertos”.
-Pues usted dice de mi, pero creo que en su caso está contrahecha y tiene el oído en el ano ¿Sabe?.YA-LE-HE-DICHO-QUE-NO-QUIERO-A-NINGÚN-OTRO-POR-MUY-DESPIERTO-QUE-ESTÉ.
La mujer de blanco la miró con compasión y guardó silencio.
De repente la joven se derrumbó y su vulnerabilidad salió a flor de piel. Con la voz temblorosa, el rostro de Dana se transformó por unos instantes en el de una niña, y pronunció suplicante:
-No ve que yo solo le quiero a él. Me sentía más viva junto a él aún estando "dormida" que ahora supuestamente "despierta". ¿No pueden volver a dormirme por favor?.
-No, igual que él no puede despertar más que a su debido tiempo, usted no puede dar marcha atrás y seguir durmiendo.
-¿Y si no coincidimos nunca más?
-Si no coinciden nunca más es porque así tenía que ser…
-El amor, es el encuentro entre dos personas “despiertas”. Lo demás, es solo el intento de amor entre “dormidos”.
Entonces ella se giró hacia él. Se acercó, lo miró como si fuera la primera vez, observó su barba, acercó su rostro para llevarse ese recuerdo, le susurró algo y le rozó con los suyos la extensa piel de sus gruesos labios. Entonces con el dedo índice dibujó un corazón haciendo un surco en el poblado pectoral izquierdo, y en él escribió “D y D”.
Lo miró por última vez, y entonces lloró. Era la primera vez que lloraba despierta.
De repente sonrió. Sus lágrimas, a diferencia de las lágrimas que vertía dormida, tenían temperatura y sabor. No eran de tristeza, eran de amor.
La mano de la enfermera sobre su hombro la trajo de nuevo a la realidad.
- Vamos, sea fuerte, ahora mismo es lo mejor que puede hacer, por él y por usted. Deben de tomar caminos diferentes.
Se marchó de allí girando la cabeza hacia la silueta inerte de él sucesivas veces, hasta que llegó al marco de la puerta de salida de aquella sala donde había pasado sus treinta y tres años de vida. Allí se detuvo. Sintió como si una fuerza tirara de ella y no la dejara avanzar, sintió como le corroía la sensación de vacío de una vida sin él, sintió un dolor en el pecho que le subió hasta la garganta; las piernas le temblaron, y sintió la angustia más absoluta. Se tambaleó. La mujer de blanco la sostuvo para impedir que cayera.
- ¿Se encuentra bien?
- No, pero haré como si sí.
Entonces, recordó las palabras de su padre en la fuente del Rey; cuando lleno de orgullo, la observaba a sus siete años, intrépida y capaz de ayudarle a acarrear garrafas de cinco litros rellenadas de aquel manantial. Haciéndose la fuerte delante de él, mientras sentía como el peso le cortaba la circulación de los dedos y la respiración, pero el peso de la admiración de su padre era mayor que el peso que su frágil cuerpo a duras penas lograba transportar.
Cogió aire y sin saber de dónde, sacó fuerzas para seguir caminando hacia delante.
Torpe, como un recién nacido con los sentidos aún embotados, con el olor de él aún impregnado, se adentró en ese nuevo y extraño mundo de los “despiertos”. Mientras y sin saberlo, se acariciaba el vientre del que algunos meses después nacería el fruto de aquel amor que se gestó en un sueño.
Comenzó a caminar mientras su figura de la bata blanca se iba desprendiendo y la pálida desnudez brillaba como un tierno brote renaciendo.
Este podría ser el final de una película de las que dejan huella, de la que desearíamos una segunda parte que no siempre llega. Y cuánto más tiempo pasa, más vértigo da el darle una continuidad. Es como si las historias inconclusas se volvieran intocables por la sensación de no poder mejorar su grandiosidad.
Si, podría serlo, sin embargo no lo es, es tan solo un cuento o quizás una historia real. Solo el tiempo decidirá caprichoso lo que trae o lo que se lleva. El tiempo que nos envuelve en esta eterna quimera, en la que vivimos entre ficción y realidad, mientras creemos que casi todo es verdad.
BryanFerry - Slave To Love
Imagen: Fabián Pérez
Comentarios
Es más real de lo que se pueda pensar.
Ojalá todos fuéramos conscientes a "tiempo" de nuestro letargo y pudiéramos salir antes del mundo de " los dormidos".
Aunque "despiertos" hay pocos, cada vez somos más.
Más vale tarde que nunca, no?
Jeje.
Un saludo.
Gracias por compartir.
Ya estoy con ganas del siguiente!!
Saludossss
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