HUMO DE TREN






Como la cuerda que hace girar el engranaje de mis días, mi saliva va y viene sin pasar por mi garganta, volviéndose espumosa y nerviosa cuando te anticipo.

Cuando el sudor va posando naipes por todo mi cuerpo, así me quedo, fuera de juego, esperando a que llegue el momento de mostrar el AS que conforman las tres líneas de la palma de mi mano.

Y eso es todo lo que eres, una bonita señal de color rojo, que algún día se pondrá en verde para indicarme que ahora sí puedo pasar.

Porque todos aquellos que una vez te contemplamos, sabemos que no son tus ojos, ni siquiera tu mirada, lo que nos lleva a alguna parte; sino solo nuestros equipajes llenos de sueños, los que cada mañana resoplan en fila para ir subiendo en orden a cada vagón, desprendiéndose del exceso de peso y dejándolo salir en forma de humo de tren.



Imagen: Rafal Rudko



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