DE CEREZAS Y OTRAS PROMESAS

DE CEREZAS Y OTRAS PROMESAS
           
                                
Dos pares de cerezas como pendientes, las demás explotan con cada beso. El corazón asomado, preparado, listo…¡Ya!

-¡A ver quién puede escupir los huesos y hacerlos llegar más lejos!.

Ella los escupe y caen a sus pies. No para de hacerme cosquillas de colores con su risa del revés. 

Pero entonces aparece una especie de desazón, con hambre agolpada, atropellándolo todo, agitándome en busca de otro sabor, donde no existe el rojo. Y lo muerdo.

La mano con la que me escribe, mordidas las uñas, no me deja ver el destino de un billete de tren, ni ya el mío.

Hay atardeceres que se dejan escuchar.

 Las ventanas apuran abiertas mientras el verano se cierra. Desde alguna de ellas suena aquel que pasamos en la estación de Waterloo.

Para salir a flote hay que desalojar todo el agua del interior. Después ya no somos los mismos, al fin y al cabo hemos perdido tres cuartas partes de nuestro ser.


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