DEL COLOR DE LA PLATA



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Ese fue el diagnóstico que le ofrecieron a Juan Delgado.

Desde el homeópata hasta el psicólogo pasando por el acupuntor, el cura, el panadero, el del kiosco, la familia, y por supuesto el librero. Todos coincidieron.

Cuando Juan Delgado volvía a casa exhausto del habitual paseo en círculo de su mente, no le quedó otra que aceptar este epitafio como conclusión a su problema.

Como solía hacer, pasó antes por el centro comercial, una vez allí cogió varias prendas al azar, y se coló en uno de los probadores de la planta joven, allí se sentó completamente desnudo y observó su imagen como si lo hiciera por primera vez.

Las luces del probador, pensadas para hacer parecer más y mejor, a duras penas conseguían dar un poco de vida a su desmejorada figura.

Allí dónde antes se retorciera una espesa mata de cabello, el brillo de la epidermis envolvía el cráneo a modo de mascarilla de belleza para un cerebro que hacía mucho discurría sin rumbo, perdido.

La pronunciada curvatura de lo que fueran sus cejas coronaban el recuerdo de una profunda mirada, ahora deshojada de todas y cada una de sus pestañas. El rostro, reducido entre imberbes mejillas, añoraba la ausencia del color y el trazo con el que se dibuja un mapa de besos.

La piel del pubis, antes cubierta de recio pelo negro desde donde emergía su tensión, recordaba ahora al de las esculturas prematuras, desconocedoras del placer carnal, marmórea y frágil.

Alzó los huesudos brazos y los anudó tras la nuca, buscó sin éxito algún rastro de vello en las recónditas axilas. Todo su ser, antes suave y mullido, era ahora solo piel transparente y frágil a punto de desprenderse, sin huella alguna de caricia.

La imagen se nubló y reapareció tras la lágrima. Bajó entonces la mirada y una mueca de algo parecido a una sonrisa se pronunció: Allí dónde sólo las letras pueden enraizarse con fuerza, allí dónde solo ellas pueden llegar, un agujero se abría en el pecho, dejando paso a una especie de torrente de pelo, del color de la plata.
                 

Lambchop - Directions To The Can   


Imagen: Aistė Jurgilaitė

        

               

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