Todo lo que vean tus ojos al nacer será para ti. –coincidieron al decirlo dioses, átomos y otros creadores-.
Le vendaron el cuerpo, y sólo dejaron traslucir su mirada para enfocar mejor los sueños. Pero nació en un basto desierto, donde la sed se le anudó al cuello en apretada corbata, y el hambre aprendió a entretenerse tensándole los intestinos hasta hacerlos vibrar lejos de allí.
-No he dejado de contemplar ni un sólo instante el espejo donde se siembra el firmamento- me susurra con acento su mirada cuando siente arrimarse la mía.
Quizás los espejismos del asfalto estén hechos de la misma materia que los de las arenas -pensé-. Calor, luz y una mirada que espera desde hace mucho.
Pero no dije nada, porque comenzó a sonar el arpa que albergaba en su interior a modo de entrañas y no quise importunarle con mis ruidos.
Naissam jalal-Osloob Hayati
Imagen: Eugeni Zuriaga
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