Sé
que si me pillan, me la juego. Pero saber que está en la habitación cercana al
otro lado del pasillo, sola como un armiño suave de ojos claros y pelo blanco, enmadejada en el sopor de la calidez de su nido, me
hace saltar de la cama como un sonámbulo haciendo malabares en un precipicio.
Me
deslizo por el pasillo, sin poder evitar el chasquido de las babuchas que
arrastran mis pies. Mis movimientos no me parecen distintos de aquel que saltaba
mares salpicándose de montañas. Tengo, gracias a ella, la vida brillante de
nueva que es.
Entreabro
la puerta y el inconfundible susurro de sus cuerdas vocales recostadas me
resulta el canto de sirenas más sereno con el que un pirata viejo como yo
pudiera soñar.
Como
cada noche cuando me acerco se sobresalta porque no me recuerda, pero su vuelco
dura lo que dura el estallido de una ola sobre la orilla para devolverse en
calma mar adentro, entre mis brazos. Su cuerpo no puede olvidar lo que sienten
nuestros pellejos destemplados al unirse.
Le
susurro a la oreja mientras acaricio el fino cabello, me dice que no puede
dormir ésta noche tampoco, -no te preocupes mi luna, que ya dormiremos cuando
salga el día, cabeceando frente al televisor mientras olvidamos hasta que nos
conocemos, porque éste amor nos ha quitado hasta la razón.
¿Mañana
querrás pasear de mi mano?, oleremos el romero hasta embriagarnos,
el sol atravesará nuestros abrigos y nos casaremos de nuevo bajo el arco
trenzado de rosas quemadas por el frío. Nos sentaremos en el jardín de cada
tarde, cerca de la entrada por la que
pasan los que vienen de fuera, los visitantes que traen sonrisas con prisas. Huelen
diferente, pertenecen al presente pero a mí me parece que quizás ni existen, porque antes de ahora y fuera de aquí, la vida ni si quiera ha nacido.
¡Bendita
residencia del olvido senil, que me trajo hasta a ti y hasta la vida por fin!
JohnColtrane - In A Sentimental Mood
Imagen: BenitocArte
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