El
alcohol va lentamente disolviéndose en nuestra sangre, aclarándola como una
acuarela. No tenemos mucho tiempo, cerraremos al amanecer y nos convertiremos
en cometas para orbitar alrededor del día junto a los demás.
Mientras,
la gente baila y se busca sin mirar. Va subiendo el volumen de “Supermassive Black Hole” y te vas acercando aún más a mi oído para hacerme cosquillas con
tus palabras llegando hasta mi ombligo. No quiero moverme de tu lado, no hay luz más allá de éste halo.
Si
algo nos ha hecho salivar, es la efervescente unión de nuestras cicatrices,
porque ambos sabemos lo que es un corte profundo y hasta ahí nos hemos
prometido llegar, para lamer nuestras heridas. Ésta noche mi lengua olvidará bufar
y se dedicará a bailar, y tú… tú, dejarás también el metal a los pies de la
cama, porque no nos vamos a hacer daño, sino todo lo contrario.
Después
yo me haré la dormida junto a un cuerpo desconocido, esperando a que el
desencuentro me haga saltar en busca del frío, y tú despertarás desde
el olvido.
(A todas aquellas bocas de una noche que temieron besarse a la luz del día).
Imagen: Herman van den Broek
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