EL FIRMAMENTO DE FIDEL


Sobre un cielo de verano, un hermoso planeta se meció sobre el firmamento para dormir a Fidel.

Cada noche, mientras todos dormían, él serpenteaba hasta el balcón imitando acurrucado el baile de aquel planeta.

Pero una noche éste se desplomó y un halo de plata a modo de guillotina partió a Fidel en dos y lo rompió.

A la mañana siguiente se despertó y vió la rodaja insertada en su cabeza. Nadie, absolutamente nadie lo percibió.

Su vida transcurrió entre dos imanes. En las noches se alzaba sigiloso atraído desde su materia celeste y al amanecer orbitaba sobre la tierra.

Una noche de aventura, se acercó demasiado a un curioso ingenio. Se trataba de un satélite artificial, se golpeó contra él de tal manera que Fidel cayó a la tierra en forma de polvo estelar, desintegrado. 

Ese día se prometió a sí mismo no volver si quiera a mirar la bóveda. Sólo en noches de furor, quizás tocar alguna estrella que por parpadeante en su ir y venir, eran para él de mentira.

Una noche de insomnio, una luz demasiado intensa, se deslizó por la ventana hasta su cama. Lo envolvió y él navegó desde aquel  teclado blanco hasta su boca, inmensa como el firmamento.

La tocó para saber cuál era su sonido, y le gustó. Y así cada noche se metía bajo el camisón de la luna, para oírla, para olerla.

No contó Fidel con el tintineo que iba colándose por sus oídos hasta estallar entre sus sienes. Era un sonido de cristal muy fino pero en su cabeza sonaba a estruendo. El mismo ruido que el planeta y después el satélite, una vez hicieron en él. Rompiéndolo, desintegrándolo.

Fidel cerró las persianas para protegerse de la luz de la luna. Después de varios días en la oscuridad, acudió a su cita con ella.

Ella, la luna, le esperaba anhelante tras su ausencia. Albergando en su interior la melodía más hermosa jamás compuesta.

Él entonces se acercó gélido, la estrujó entre sus dedos y la lanzó más lejos aún.

Fueron noches oscuras las que siguieron después.

Camina Fidel sin luz por tierra firme sintiéndose seguro.

La luna vuelve a brillar con las huellas de Fidel rotas sobre su piel. Quienes la contemplan dicen que está  triste, pero quizás con un nuevo rostro de mujer.


Tom Waits-Closing time


Imagen: Luyang wang


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